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Estoy ansioso por despedirme de mi monitor de manera definitiva.

Estoy ansioso por deshacerme de todos mis monitores y sustituirlos por un auricular ligero o unas gafas de visualización.

Como entusiasta de la realidad virtual desde sus inicios, me apasiona explorar las últimas innovaciones tecnológicas. Sin embargo, todavía me enfrento a la frustración de depender de un monitor convencional en mi día a día laboral. Es cierto que muchos disfrutan de sus pantallas de trabajo, especialmente las grandes pantallas 4K o los modelos curvos, pero creo que podría ser hora de dejar atrás estos monitores.

En mi experiencia, una sola pantalla no es suficiente para manejar todas las tareas que realizo. Aunque utilizar un segundo monitor ayuda mucho a visualizar la información, me incomoda tener que lidiar con el desorden de un espacio abarrotado de cables y equipos voluminosos. Por otro lado, el uso de un portátil también tiene sus desventajas. Su pantalla más pequeña limita la cantidad de datos que puedo ver a la vez, además de que la ergonomía se convierte en un problema fácil de observar. Quiero la posibilidad de que las pantallas flotaran frente a mí, como en una escena de ciencia ficción, y eso me lleva a buscar alternativas más avanzadas.

Con las tecnologías actuales, me embarqué en un experimento para ver hasta dónde podría llegar sin necesidad de un monitor. Mi conclusión es que aún no hemos alcanzado ese futuro ideal, pero el progreso es innegable.

Empecé usando las gafas inteligentes Viture Pro, que junto a mi iPhone funcionan como un display portátil. Puedo controlar el cursor con mi iPhone como si fuera un trackpad, utilizando un teclado Bluetooth para agilizar la escritura. Aunque la experiencia es bastante buena, existe una limitación: toda mi actividad tiene que realizarse en el navegador SpaceWalker, que no es tan completo como Safari.

Otra opción interesante son las gafas Xreal Air 2 combinadas con el dispositivo Beam Pro. Esta combinación permite ejecutar aplicaciones de Android en modo ventana y disfrutar de una experiencia similar a la de Viture, pero con la posibilidad de ver dos ventanas al mismo tiempo. Es una experiencia más completa, aunque carece de soporte para mouse, lo que complica la navegación.

Además, tuve la oportunidad de probar el Vision Pro de Apple, donde la interfaz y la velocidad me impresionaron. Pude abrir múltiples ventanas y disfrutar de una variedad de aplicaciones. Sin embargo, el elevado costo de $3,500 es un obstáculo significativo.

El Meta Quest 3 se presenta como una opción sorprendentemente buena. Sus pantallas de 2.2K y su visión de realidad mixta permiten conectarse a un ordenador o funcionar de forma independiente. Aunque aún se necesita un PC para obtener el máximo rendimiento, con la aplicación Fluid, es posible abrir hasta 12 ventanas y manipularlas con gran libertad, una experiencia que mejora notablemente el trabajo en un entorno virtual.

A pesar de estas innovaciones, todavía no he eliminado mis monitores. Aunque puedo trabajar con comodidad en estos dispositivos, un ordenador tradicional sigue siendo la opción más rápida para editar imágenes, y la falta de aplicaciones de productividad adecuadas en entornos VR limita mi capacidad para hacerlo de forma eficiente.

En resumen, las interfaces de realidad aumentada están cada vez más cerca de hacerse realidad. En 2024, podríamos estar más cerca que nunca de hacer que las pantallas y los ordenadores sean opcionales en el trabajo, lo que es una perspectiva emocionante para el futuro.

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