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Esta semana en Inteligencia Artificial: El destino de la IA generativa está en manos de los tribunales.

En esta edición de Esta Semana en IA, nos adentramos en las últimas batallas de derechos de autor entre proveedores de IA generativa y titulares de derechos de autor.

¡Hola a todos y bienvenidos al boletín de Inteligencia Artificial regular de TechCrunch! Esta semana en el mundo de la IA, dos startups, Udio y Suno, fueron acusadas por sellos discográficos de infringir derechos de autor al desarrollar generadores de canciones impulsados por IA. La RIAA, la organización comercial que representa a la industria discográfica en los Estados Unidos, anunció demandas contra las empresas el lunes, presentadas por Sony Music Entertainment, Universal Music Group, Warner Records y otros. Las demandas alegan que Udio y Suno entrenaron los modelos de IA generativos que sustentan sus plataformas con música de los sellos sin compensar a estos últimos, solicitando $150,000 de compensación por cada obra presuntamente infringida.

Según las quejas presentadas por los sellos, "las producciones musicales sintéticas podrían saturar el mercado con contenido generado por máquinas que competirá directamente, devaluará y finalmente silenciará las verdaderas grabaciones musicales en las que se basa el servicio". Estas demandas se suman a la creciente cantidad de litigios contra proveedores de IA generativa, incluidos gigantes como OpenAI, argumentando algo muy similar: que las empresas que se entrenan con obras con derechos de autor deben pagar a los titulares de los derechos o al menos darles crédito, y permitirles excluirse del entrenamiento si lo desean.

Los proveedores han argumentado durante mucho tiempo las protecciones de uso justo, afirmando que los datos con derechos de autor en los que se entrenan son públicos y que sus modelos crean obras transformadoras, no plagiadas. Entonces, ¿cómo decidirán los tribunales? Esa, querido lector, es la pregunta de mil millones de dólares y que llevará mucho tiempo resolver. Podríamos pensar que sería una victoria segura para los titulares de derechos de autor, dado el creciente número de evidencias que indican que los modelos de IA generativos pueden regurgitar casi (énfasis en 'casi') textualmente obras con derechos de autor. Sin embargo, existe la posibilidad de que los proveedores de IA generativa salgan impunes y le deban su buena fortuna a Google por sentar el precedente consecuente.

Hace más de una década, Google comenzó a escanear millones de libros para crear un archivo para Google Books, una especie de motor de búsqueda de contenido literario. Los autores y editores demandaron a Google por esta práctica, argumentando que reproducir su propiedad intelectual en línea constituía una infracción. Pero perdieron. En una apelación, un tribunal determinó que la copia de Google Books tenía un "propósito transformador muy convincente". Los tribunales podrían decidir que la IA generativa también tiene un "propósito transformador muy convincente" si los demandantes no logran demostrar que los modelos de los proveedores realmente plagiarizan a gran escala.

En cuanto al futuro, es posible que los jueces determinen los ganadores modelo por modelo, caso por caso, teniendo en cuenta cada producción generada. Como resumió sucintamente mi colega Devin Coldewey esta semana: "No todas las empresas de IA dejan sus huellas alrededor de la escena del crimen de manera tan liberal". Mientras se desarrollan los litigios, podemos estar seguros de que los proveedores de IA cuyos modelos comerciales dependen de los resultados están tomando notas detalladas.

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