Por qué Trump representa un factor impredecible en la lucha antimonopolio contra las grandes tecnológicas.
La lucha antimonopolio en el sector tecnológico se pondrá interesante a medida que nos acercamos a un segundo mandato de Trump.
En el episodio de hoy de Decoder, se analiza la política antimonopolio en el sector tecnológico, un tema que se vuelve particularmente interesante con la llegada de la segunda administración de Trump. La política tecnológica en general atraviesa un momento extraño, pero lo relacionado con el antimonopolio parece ser el más confuso de todos. En los últimos años, ha habido oscilaciones drásticas en esta política, y ahora está a punto de cambiar nuevamente bajo la administración de Trump y sus nuevos nombramientos.
Para arrojar luz sobre este tema, se invitó a Leah Nylen, periodista especializada en antimonopolio, quien es un referente en la materia, a compartir su perspectiva. Históricamente, los fundamentos de la política antimonopolio en Estados Unidos se mantuvieron casi sin cambios desde que Ronald Reagan asumió la presidencia en 1981, continuando durante los mandatos de Barack Obama y Donald Trump. Sin embargo, bajo la administración de Biden, Lina Khan, presidenta de la FTC, y Jonathan Kanter, jefe antimonopolio del DOJ, han adoptado un enfoque audaz y agresivo que no se había visto en el país en generaciones.
Actualmente, compañías como Amazon, Apple y Meta enfrentan demandas antimonopolio significativas, mientras Microsoft también está bajo investigación. Google podría estar viendo un posible desmantelamiento, habiendo perdido ya un caso importante y esperando un fallo en un segundo caso relacionado con publicidad inminente. Esta presión regulatoria busca evitar lo que se conoce como el “problema de Instagram”, en el que muchas personas lamentan que no se impidió la compra de Instagram por parte de Facebook en 2012, lo que podría haber permitido que Instagram se convirtiera en un competidor real.
Durante la última década, la industria tecnológica ha crecido y se ha consolidado rápidamente a través de fusiones y adquisiciones. Esto ha creado lo que algunos denominan una "zona de muerte" para startups, ya que las grandes empresas compran potenciales competidores para eliminarlos. Como resultado, ha habido una serie de audiencias, comunicados de prensa y demandas, llevando a una administración de Biden deseosa de ralentizar este proceso. El enfoque ha sido tan intenso que las empresas han encontrado formas creativas de sortear la percepción de adquirir otras empresas, como lo hizo Microsoft al contratar a la mayoría de los empleados de Inflection AI sin realizar una adquisición formal.
Con la inminente llegada de Trump al poder una vez más, ha nombrado a sus candidatos para reemplazar a Khan y Kanter. Andrew Ferguson fue elegido para liderar la FTC y promete revertir la agenda de Khan, manteniendo una postura favorable hacia las grandes empresas, salvo en lo que respecta a la tecnología, donde busca ejercer control sobre el sector, especialmente en lo referente a la censura política. Gail Slater fue elegida para dirigir el antimonopolio en el DOJ, y su experiencia sugiere que continuará con algunos de los casos significativos en curso.
La situación genera tensiones curiosas, como explica Leah. Por un lado, la administración entrante estaría dispuesta a permitir que las grandes empresas se expandan, pero al mismo tiempo, podría apoyar un posible desmantelamiento de Google, no porque considere que actúa de manera anticompetitiva, sino como castigo por su control sobre el discurso, algo que preocupa particularmente a los conservadores.
Este panorama plantea muchas preguntas abiertas. Las grandes empresas tecnológicas desearían que el próximo periodo se caracterizara por un menor control, volviendo a la normalidad en sus negocios y adquisiciones. Sin embargo, queda por ver si realmente asistiremos a un cambio importante que alivie la presión sobre la industria o si, por el contrario, veremos continuar una inusual colaboración bipartidista en los esfuerzos antimonopolio durante el segundo mandato de Trump. Leah es una de las personas más perspicaces para abordar estas cuestiones, aunque todavía quedan muchas incógnitas.