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El mandato de regreso a la oficina de Donald Trump enfrenta graves problemas: el Wi-Fi sigue fallando.

Un gran número de empleados federales ha comentado que la orden de regresar a la oficina ha generado un desorden generalizado, una caída en la productividad y una disminución notable en los servicios ofrecidos al público.

Desde que el presidente Donald Trump ordenó el regreso al trabajo presencial de los empleados federales, miles de trabajadores en todo Estados Unidos se enfrentan al desafío de adaptarse a nuevas rutas de transporte, reubicaciones en las oficinas y la escasez de suministros básicos, como papel higiénico y blocs de notas, mientras intentan cumplir con sus responsabilidades laborales. Muchos de estos empleados afirman que, a pesar de viajar largas distancias, pasan la mayor parte de su tiempo en reuniones virtuales. Un empleado del Departamento de Vivienda y Desarrollo Urbano menciona: “No trabajo directamente con nadie en la oficina a la que asisto. Simplemente aparezco y me conecto a las llamadas de Teams.”

En el Departamento del Tesoro, otro trabajador destaca que la mayor parte de su tiempo en la oficina se dedica a videollamadas debido a la ubicación remota de sus compañeros. Esta situación presenta dificultades, ya que trabajar desde un cubículo con distracciones significa que se logra realizar menos trabajo. En los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades, un empleado indica que la concentración en los mandatos de regreso ha generado un caos significativo para aquellos que realmente necesitan estar presentes en el campus. "Simplemente están viniendo a trabajar para sentarse en las mismas reuniones virtuales de siempre", lamenta.

Durante los últimos meses, el llamado Departamento de Eficiencia Gubernamental (DOGE), liderado por Elon Musk, ha alterado la dinámica gubernamental. Esto, combinado con despidos masivos de empleados federales y casos judiciales que obligaron a la reintegración de algunos, ha llevado a un estado de confusión generalizada. Aunque se ha argumentado que estas medidas fomentarían un aumento en la productividad y ahorros financieros, más de 30 trabajadores de 17 agencias federales informan que la orden de regreso ha resultado en un descenso en la productividad y una disminución notable en los servicios ofrecidos al público.

La realidad de muchos de estos empleados es que, a pesar de estar en la oficina, pueden no tener un lugar adecuado para realizar llamadas o incluso una conexión a Internet funcional. “El ambiente laboral es desagradable y caótico”, comparte un empleado del Departamento de Defensa. “Llorar después de salir de la oficina se ha vuelto parte de mi rutina.”

El regreso a la oficina ha desbordado la capacidad de los espacios federales, con empleados que enfrentan dificultades solo para acceder a ellos. “Estamos en una instalación militar segura con pocos puntos de acceso y no hay suficientes guardias de seguridad. Esto provoca que el tráfico se acumule en la carretera”, indica un trabajador del DOD. Además, durante la primera semana de regreso, un empleado del Departamento de Seguridad Nacional (DHS) cuenta que unos 40 trabajadores se vieron obligados a laborar en una sola sala. Este tipo de condiciones llevó a que muchos tengan que irse en su tiempo libre para mantener reuniones privadas.

Los problemas tecnológicos también han complicado el regreso de muchos empleados federales, con conexiones a Internet en las oficinas peor que en sus hogares. La implementación de un límite de gasto de $1 en tarjetas de crédito federales desde febrero ha contribuido a la falta de suministros, generando carencias aún más preocupantes. Un empleado de la Agencia de Impuestos expresa que en su oficina no hay jabón, papel higiénico o toallas de papel, y varios enfrentan problemas de conectividad.

La presión del regreso a la oficina ha impactado negativamente la salud de muchos trabajadores. Empleados que se enfrentan a problemas de salud crónicos manifiestan que las condiciones exacerbadas les impiden trabajar adecuadamente, con síntomas que se reactivan por el ambiente poco ergonómico. Un trabajador relata que sus síntomas de túnel carpiano han regresado debido a la falta de mobiliario adecuado en su espacio laboral.

El ambiente de incertidumbre ha generado una preocupación constante entre los empleados sobre la posibilidad de despidos. Las bromas oscuras sobre la situación prevalecen entre los trabajadores, quienes sienten que podrían ser despedidos. “La mayoría de nosotros estamos esperando ser despedidos mientras todo arde”, concluye un empleado del Tesoro.