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El acceso de Elon Musk al Departamento de Energía podría representar una amenaza nuclear.

¿Es el proceso de desmantelamiento nuclear un enfoque "woke"?

Elon Musk, reconocido como la persona más rica de la historia, ha asumido un papel prominente en la administración de Donald Trump, convirtiéndose en un defensor clave de su gobierno. Su organización, el Departamento de Eficiencia Gubernamental (DOGE), disfruta de un acceso sin precedentes a los sistemas de datos y computación del gobierno. Recientemente, se reveló que este acceso se extiende al Departamento de Energía (DOE), encargado del manejo de las armas nucleares de EE. UU. Esta información generó la preocupación suficiente para que el secretario de Energía, Chris Wright, tuviera que salir a desmentir cualquier acceso que Musk y DOGE pudieran tener a secretos nucleares.

Es inquietante que se haya llegado a tal extremo donde se requiere hacer estas aclaraciones, especialmente cuando se ha afirmado que la administración Trump ha proporcionado información errónea acerca de los niveles de acceso de DOGE en el pasado. Además, el hecho de que un departamento con un nombre peculiar, inspirado en un perro shiba inu, tenga acceso potencial a sistemas nucleares es surrealista. A pesar de la creciente influencia de Musk en los sistemas gubernamentales, se aclaró que infringir estos sistemas para acceder a armamento nuclear no es una tarea sencilla. Sin embargo, con una administración que parece estar en constante cambio, es importante examinar lo que puede distinguir a Musk de un potencial desastre.

Las armas nucleares de EE. UU. son de las más poderosas del mundo, capaces de causar la extinción de la vida en el planeta. Aunque el presidente tiene la autoridad única para lanzar dichas armas, DOGE se acerca más a los sistemas que las controlan. En una conferencia de prensa reciente, Trump mencionó que le había encargado a Musk y DOGE que se ocupen de los gastos en el Pentágono, lo que podría implicar un acceso a la Administración Nacional de Seguridad Nuclear (NNSA).

Afortunadamente, acceder a los mandos de armas nucleares a través de una computadora conectada aleatoriamente a la red del DOE es prácticamente imposible. Un empleado del Departamento de Estado que pidió permanecer en el anonimato expresó su escepticismo sobre las intenciones de Musk, afirmando que no se puede prever cómo podría suceder algo así. Para lanzar un arma nuclear, se necesita acceso físico al dispositivo. El proceso implica pasar por varios protocolos de seguridad, lo que haría altamente improbable que Musk o sus empleados puedan ejecutar tal acción.

Los sistemas de mando y control nucleares no están conectados a Internet y operan en una red cerrada, diseñada únicamente para estos fines. Muchos de estos sistemas son obsoletos y están basados en tecnología que data de las décadas de 1960 y 1970, aunque esfuerzos de modernización están en marcha. Además, es un mito que las armas estadounidenses se dispararían automáticamente en caso de un ataque verificado, ya que se requiere una decisión activa del presidente y la aprobación de varios oficiales militares.

A pesar de estas seguridades, Alex Wellerstein, experto en la materia, sugirió que Musk podría encontrar una forma más indirecta de acceder a estas capacidades nucleares a través de la influencia que tiene sobre el presidente. Esto plantea un escenario de riesgo, sobre todo si se considera que el presidente tiene la facultad de delegar poderes militar en circunstancias específicas.

Los temores aumentan al considerar que aunque el proceso de lanzamiento nuclear es seguro, podría verse comprometido si se ignoran las normativas existentes. La situación se vuelve aún más compleja al tener en cuenta que existe la posibilidad de que personal relacionado con DOGE tenga acceso a información sensible que podría ser de interés para adversarios extranjeros.

Además, la cuestión del manejo de desechos nucleares sigue siendo crítica, especialmente dado que Estados Unidos aún enfrenta legados de residuos provenientes de proyectos nucleares pasados. Bajo la administración Biden, se destinaron recursos significativos para la limpieza de estos desechos, pero hay preocupaciones de que el enfoque de Musk y DOGE hacia temas medioambientales podría ser desestimado o malinterpretado.

La modernización del arsenal nuclear está en marcha desde la administración Obama, con un costo proyectado de alrededor de $2 billones. En este contexto, es vital la supervisión constante para prevenir la corrupción y el mal uso de fondos, siendo Musk y DOGE los responsables de llevar a cabo estas auditorías.

La filosofía de trabajo rápida y disruptiva de Musk genera inquietudes sobre su capacidad para operar en el ámbito del poder, especialmente cuando las regulaciones que son fundamentales para la seguridad pueden no ser tomadas en serio.

Esta situación lleva a una reflexión sobre el estado actual de los controles gubernamentales y la importancia de mantener claros los límites entre el acceso a información altamente sensible y las responsabilidades de quienes la gestionan.