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La burbuja de acciones de inteligencia artificial ha estallado. Así lo confirmamos.

La confianza de los inversores en la inteligencia artificial está en caída libre. ¿Quién podría haber previsto esto, salvo todos en el sector tecnológico?

La confianza de los inversores en la inteligencia artificial está en declive. Este fenómeno era predecible para muchos en el ámbito tecnológico, quienes han sido testigos de ciclos similares en el pasado. Al conducir por Silicon Valley, los anuncios publicitarios actualmente destacan productos "impulsados por la IA", un ecosistema que hace unos años estaba centrado en “blockchain” y, hace décadas, en “big data” y el ".com". Cada uno de estos términos se convirtió en una broma con el tiempo, tras promesas que nunca se cumplieron del todo.

No se trata de si la comunidad de Silicon Valley se equivocó en cuanto a estas tecnologías, sino sobre la impaciencia de los inversores y emprendedores que ansían resultados inmediatos al surgir nuevas innovaciones. Este verano, la realidad ha comenzado a impactar a los inversores en IA. La reciente caída en el mercado de acciones se ha intensificado debido al colapso del mercado japonés, lo que ha afectado considerablemente las acciones de empresas de IA como Nvidia, que ha perdido alrededor de un billón de dólares en su valoración desde su máximo en 2024.

Diversos indicadores han conducido a este clima de ansiedad. Recientes estudios sugieren que los consumidores evitan productos etiquetados como "IA", y comentarios de figuras notables como Sam Altman y Elon Musk han agregado incertidumbre. Las recomendaciones de grandes fondos de inversión que advierten sobre la ineficiencia de los productos de IA han contribuido a la desconfianza general.

Las acciones tecnológicas están sufriendo, independientemente de las estrategias de inversión de las empresas. Por ejemplo, a pesar de que Mark Zuckerberg anunció un aumento de cinco mil millones de dólares en gastos de IA, las acciones de Meta cayeron un 15% al día siguiente. Gary Marcus, un crítico de la IA, sugirió que la locura por la inversión podría mermar y que muchas empresas valoradas en miles de millones podrían colapsar.

En este entorno, algunas startups de IA están optando por ser adquiridas por gigantes del sector. Recientemente, Character.AI, un desarrollador de chatbots, fue adquirido por Google, mientras que Amazon y Microsoft han hecho lo mismo con otras startups. Esto sugiere que estamos en un punto de inflexión clave.

Si bien existe potencial en la IA generativa, este se centra más en tareas administrativas y menos en alcanzar un crecimiento exponencial que represente una amenaza inminente. La visión de una IA descontrolada, alimentada por el hype de OpenAI, está perdiendo credibilidad. Los modelos de lenguaje, como ChatGPT, se están estancando, lo que degrada la calidad de su producto.

Lo que se avecina para las empresas de IA es una necesidad de ofrecer algo realmente diferencial para sobrevivir a esta corrección del mercado. Las startups que sobrevivieron al estallido de la burbuja de las puntocom en 2000, como Google y Netflix, son ejemplos a seguir. Solo con un crecimiento paulatino y sin la excesiva inversión de capital riesgo, el futuro de la IA podría ser el que hoy solo sueñan las startups.

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