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El Apple Watch se convirtió en la opción preferida de los relojes inteligentes.

Una década representa un hito significativo. ¿Cuál será el siguiente paso?

Hace diez años, tras el anuncio del iPhone 6, Tim Cook sorprendió al público con la presentación del primer video promocional del Apple Watch. Al observar ese video en la actualidad, resulta curioso recordar las características que Apple afirmaba revolucionarían la categoría de los smartwatches. Entre ellas, destacaba la Digital Crown, una innovadora tecnología de entrada que permitía desplazarse y hacer zoom en lo que era, en esencia, una mini computadora de muñeca. También contaba con un Taptic Engine que vibraba sutilmente al recibir mensajes o notificaciones, y las "glances" ofrecían información concisa sobre las aplicaciones. Además, estaba la función Digital Touch, donde al presionar dos dedos sobre la pantalla se podía enviar a un amigo una animación de tu pulso. No podemos olvidar la versión de lujo, el Apple Watch Edition, que se ofrecía en 18K de oro por $10,000.

Diez años después, los videos de promoción del Apple Watch han cambiado notablemente. Ahora están llenos de testimonios de personas que aseguran que el dispositivo les ha salvado la vida. Año tras año, la mayor parte de las nuevas funcionalidades se centra en maneras creativas de cerrar tus anillos de actividad. A pesar de las opiniones que puedan surgir, el Apple Watch es actualmente el smartwatch más popular del mundo, superando incluso a la industria relojera suiza en 2020. Sin embargo, es interesante preguntarse hacia dónde se dirige el Apple Watch en esta nueva década.

Cuando se lanzó el primer Apple Watch, se encontraba en un contexto donde los rastreadores de fitness como Fitbits y Jawbone Up dominaban el mercado gracias a su larga duración de batería y simplicidad. Por su parte, los smartwatches eran considerados como dispositivos poco óptimos. A pesar de que Pebble logró atraer a los entusiastas de la tecnología, nunca alcanzó un atractivo masivo. Google se unió a esta tendencia con Android Wear en 2014, aunque enfrentó problemas con interfaces lentas, imprecisiones en el seguimiento, diseños voluminosos y una duración de batería deficiente. Samsung también ofreció opciones en su sistema operativo Tizen, pero sus dispositivos enfrentaron dificultades similares a las de la primera versión del Apple Watch. Para muchos, el smartwatch era simplemente un dispositivo caro que no ofrecía ventajas sobre los rastreadores de fitness o los smartphones, y la pregunta que surgía era: ¿cuál era su propósito real?

Nadie tenía una respuesta clara, ni siquiera Apple, lo que explicaba que una buena parte de la publicidad inicial del Apple Watch se centrara en la moda. Este panorama empezó a cambiar en 2017 con el lanzamiento de la Series 3, que introdujo conectividad LTE, permitiendo al Apple Watch operar sin estar vinculado al teléfono. Esto lo hizo más seguro en situaciones de emergencia, aunque con un rendimiento todavía problemático. Tras probarlo, muchos usuarios regresaron a sus rastreadores de fitness, aunque sus percepciones sobre el dispositivo de Apple cambiaron.

El verdadero cambio en la industria ocurrió en 2018 con la introducción de la Series 4. Este modelo incorporaba EKG aprobados por la FDA que podían detectar fibrilación auricular, así como la capacidad de alertar cuando el usuario sufría una caída grave. Todo esto, sumado a los avisos de picos anormales en la frecuencia cardíaca, elevó la utilidad del dispositivo, convirtiéndolo en una herramienta que realmente podría salvar vidas. A medida que el interés por la salud creció, muchas personas comenzaron a preguntar por estos dispositivos, especialmente preocupados por la salud de sus seres queridos o tras visitas médicas preocupantes. Esta necesidad de atención a la salud es también la razón por la cual muchos han dejado de fabricar bandas de fitness.

Sin embargo, el avance técnico es rápido y el progreso en salud suele ser lento. A lo largo de los años, el Apple Watch ha recibido actualizaciones significativas, haciendo que los modelos más recientes, como la Serie 9 y el Ultra 2, sean comparativamente diferentes de la versión original. Pero, incluso los más apasionados fanáticos del Apple Watch reconocen que las actualizaciones se han sentido más como mejoras incrementales. Desde el lanzamiento del Ultra en 2022, no han habido cambios radicales similares a los de la Serie 4.

Apple ha estado trabajando en funcionalidades de detección de hipertensión y apnea del sueño, así como en el añorado monitoreo no invasivo de glucosa en sangre. Sin embargo, el peso de la responsabilidad que implica garantizar que esta tecnología sea efectiva y aprobada por reguladores significa que la compañía enfrenta desafíos significativos. El compromiso de Apple con la seguridad del consumidor requiere extensas inversiones en recursos y tiempo.

En términos generales, el Apple Watch se encuentra en una situación similar a la del iPhone hace algunos años: sólido, pero con ligeras actualizaciones y la sensación de que algo importante podría suceder pronto. Mientras la inteligencia generativa revitaliza los teléfonos inteligentes, no se ha logrado aplicar algo similar a los smartwatches. El futuro del Apple Watch dependerá de innovaciones en salud o en características más tradicionales como pantallas más grandes, mejor duración de batería, sensores mejorados y una integración más profunda con otros dispositivos de Apple. La situación es complicada, pero la experiencia con el EKG muestra que quizás valga la pena esperar nuevas sorpresas en el campo de la tecnología portátil.

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