Esta elección determinará qué tipo de auto adquirirás.
La rápida politización de los vehículos eléctricos ha sorprendido a la industria automotriz.
La actual campaña presidencial de EE. UU. está marcada por una intensa atención hacia la industria automotriz estadounidense, un fenómeno que no se había observado de manera tan pronunciada en elecciones anteriores. Históricamente, las elecciones han hecho breves referencias a este sector, pero ahora la combinación de Michigan, cuna de los grandes fabricantes (Ford, GM y Stellantis), y la transición hacia vehículos eléctricos, han colocado a la industria en el epicentro de una contienda electoral ya de por sí impredecible.
Joe Biden comenzó su campaña poniendo a los vehículos eléctricos (EVs) en el centro de sus esfuerzos por combatir el cambio climático. Su administración ha propuesto invertir miles de millones en infraestructura de carga, créditos fiscales para compradores y financiamiento para fabricantes que deseen establecer nuevas fábricas o actualizar las existentes. El presidente, conocido por su afición a los automóviles, incluso condujo un camión eléctrico de Ford como muestra de su compromiso con estos vehículos de menor impacto ambiental.
Sin embargo, esta situación ha sido maleada por la narrativa de los medios de comunicación de derecha, que han retratado las políticas de Biden como mandatos coercitivos para obligar a la compra de vehículos eléctricos, en detrimento de los tradicionales automóviles de gasolina. Donald Trump, ex presidente, capitalizó lo que percibió como inquietudes de los consumidores sobre la autonomía de los EVs y sus altos costos, transformando esto en un mensaje de intervención gubernamental inapropiada. Trump, durante su campaña, descalificó a los EVs, afirmando que estos "matarían" la industria automotriz estadounidense y "asesinarían" empleos. Más allá de esto, la huelga de los trabajadores de United Auto Workers incrementó las tensiones, con muchos expresando su preocupación por la transición hacia los vehículos eléctricos.
Biden ha promovido un plan que mezcla créditos fiscales y exenciones fiscales para incentivar a aquellos con más recursos a optar por EVs, esperando que un aumento en las ventas contribuya a enfriar los precios. La rápida politicización de los EVs sorprendió incluso a los líderes de la industria. Mary Barra, CEO de General Motors, reconoció recientemente que nunca imaginó que el sistema de propulsión de un vehículo se convirtiera en un tema político. Sin embargo, la realidad es que la elección de un automóvil siempre ha reflejado ciertas creencias y alineaciones políticas.
Las políticas del gobierno también utilizan su poder regulador para guiar a los consumidores hacia resultados deseados, en este caso, priorizando el desarrollo y la adopción de tecnologías limpias. Recientemente, la EPA adoptó nuevas regulaciones con el objetivo de reducir las emisiones de gases de efecto invernadero a la mitad para el año 2032, haciendo que más de la mitad de las ventas de nuevos vehículos sean EVs.
En un contexto en el que la aceptación de los EVs se polariza entre los partidos políticos, los demócratas siguen invirtiendo en infraestructura para vehículos eléctricos, aunque las ventas han comenzado a estancarse. Trump, por su parte, ha prometido que, de ser elegido, prohibirá cualquier intento por parte de los estados de declarar obsoletos los motores de combustión interna. En el campo de batalla electoral, la vicepresidenta Kamala Harris ha mantenido cierta distancia de los EVs, enfocándose más en su apoyo a la fractura mientras busca el voto en Pensilvania.
Mientras tanto, las encuestas muestran que únicamente un 30% de los estadounidenses consideran adquirir un vehículo eléctrico en su próxima compra, evidenciando preocupaciones persistentes sobre la infraestructura de carga y los costos. La transición hacia los EVs ha demostrado ser un desafío, y a pesar de la inversión multimillonaria del país, el avance en la adopción ha sido lento. Con la competencia de China, que ha demostrado ser capaz de fabricar EVs asequibles, la situación se complica aún más.
Tanto Trump como Harris parecen carecer de soluciones claras respecto a la creciente competencia china, limitándose a incrementar aranceles y políticas proteccionistas. Las campañas están tan centradas en los EVs que hay poco espacio para discutir otros temas de transporte que son igualmente cruciales, como la infraestructura o el transporte público. Al final, se puede anticipar que quien resulte electo tendrá un impacto significativo en la decisión de compra del próximo automóvil de los estadounidenses.