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Es casi 2025 y ha llegado el momento de poner fin al debate entre Android e iPhone.

Adquirir un teléfono nuevo y obtener el modelo deseado debería ser un proceso sencillo. Sin embargo, la controversia entre iPhone y Android complica las cosas considerablemente.

Después de poseer un iPhone 11 durante más de cuatro años, decidí que era hora de actualizarme. Este dispositivo fue mi primer iPhone y me acompañó en momentos significativos, como la pandemia de COVID-19 y dos viajes internacionales a Hawaii y España. Cuando mi familia se animó a adquirir el iPhone 16, yo tenía otras intenciones: deseaba el Samsung Galaxy Z Flip 6. Sin embargo, esta elección no se concretó, y la razón me resultó frustrante.

Llevaba más de siete años sin un teléfono Samsung y no había tenido un teléfono con tapa desde la escuela secundaria. La idea de experimentar con un teléfono plegable moderno me llamaba la atención. Antes del lanzamiento del iPhone 16, me pasé horas viendo videos en TikTok donde los usuarios defendían las ventajas del Galaxy Z Flip 6, como la posibilidad de personalización avanzada y la reducción del tiempo de pantalla, ya que la mayoría de las veces solo abrían el teléfono para hacer llamadas o grabar videos. Estas características alimentaron mi deseo de tener el nuevo dispositivo plegable de Samsung, que además me permitiría mostrar un GIF de Sonic the Hedgehog en la pantalla exterior.

Pensé en mantener mi iPhone 11 para hacer videos de TikTok y usar el Galaxy Z Flip 6 como mi teléfono principal, una estrategia que varios creadores de contenido parecen aplicar. Sin embargo, tras compartir esta idea en una historia de Instagram después de seguir un evento de Apple, mi primo, que trabaja en una compañía de telefonía, argumentó que era una mala decisión ya que, según él, el Galaxy Z Flip 6 tenía problemas evidentes, como una marca visible por el pliegue, y su uso se complicaría si no se limitaba a llamadas. Además, advirtió que, al igual que otros teléfonos Samsung, podría volverse ineficaz después de dos años por la acumulación de bloatware.

Tres días después, mientras disfrutaba de un paseo por Epcot, mi hermano me envió una lista de modelos del iPhone 16 para elegir. Sin muchas opciones, opté por el iPhone 16 Pro. Ha pasado un tiempo desde entonces, y aunque he notado mejoras significativas en comparación con el iPhone 11, sigo deseando tener el Galaxy Z Flip 6. Me doy cuenta de que la preferencia por smartphones de una marca puede ejercer influencia en las decisiones, en este caso, la inclinación de mi familia hacia el ecosistema de Apple.

La polarización entre teléfonos Android e iOS ha sido evidente desde que el iPhone se volvió accesible para el público en general. En mis años de preparatoria, tenía un smartphone de LG y nunca me inquietó no tener el mismo modelo que mis compañeros, siempre que funcionara correctamente. Con el tiempo, la disponibilidad del iPhone generó cierta discriminación hacia los teléfonos Android y sus usuarios, siendo constantemente considerados como opciones de menor calidad.

En términos de calidad, al comparar el Galaxy Z Flip 6 con el iPhone 16, el dispositivo de Samsung cuenta con características avanzadas que permiten mejorar la experiencia del usuario. Tiene funciones como Galaxy AI para mejorar fotos, enviar mensajes desde la pantalla externa y utilizar funciones de traducción en tiempo real. En cambio, el iPhone 16 aún carece de ciertas características que se espera que lleguen con futuras actualizaciones. Aunque la calidad de la cámara ha mejorado respecto a mi anterior modelo, no resultó ser tan amigable en el uso práctico como había anticipado.

A pesar de lo efectivo que es el iPhone 16 Pro, siento que para mis necesidades, el Z Flip 6 se hubiera adaptado mejor. Mi deseo de experimentar con un diseño renovado de Samsung se contrasta con las limitaciones que encuentro en el nuevo iPhone, incrementando mi frustración por la inclinación hacia ciertos dispositivos. Este dilema no es único; muchos comparten experiencias similares, reflejando la eterna rivalidad entre Android e iOS que perdura hasta el final de 2024.

Al final, la decisión de elegir un teléfono debería basarse en las preferencias personales sin que se genere un ridículo por elegir un dispositivo sobre otro. Todos merecen la libertad de usar el dispositivo que más les convenga.