Soy un completista de videojuegos y estoy tratando de dejar ese hábito en 2025.
Después de sentirme agotado en 2024, mi resolución para los juegos en 2025 es dejar atrás mis hábitos de completista.
A lo largo de mi vida, mi relación con los videojuegos ha tenido múltiples transformaciones, pero siempre he adoptado un enfoque en la finalización de los mismos. Durante mi infancia y juventud, adquiría solo un par de juegos al año, por lo que cada título debía ofrecerme la máxima experiencia posible. Empecé a buscar secretos y a completar desafíos, lo que evolucionó hacia la búsqueda de Trofeos y Logros, buscando el codiciado 100% de finalización. Sin embargo, tras reflexionar sobre mi experiencia reciente en los videojuegos, especialmente en 2024, me he dado cuenta de que este hábito está afectando negativamente mi disfrute del juego. No tengo la intención de jugar menos en 2025; más bien, quiero liberarme de la obligación de completar cada juego y permitir que mi tiempo con ellos fluya de manera natural.
La verdad es que no pretendía convertirme en un completista, sino que fue una necesidad impuesta por las limitaciones de mis opciones de juego. Encontrar formas creativas de aprovechar mis juegos era necesario antes de tener una Xbox 360, pero una vez que me presentaron los Logros y, posteriormente, los Trofeos en PlayStation, comenzaron a aparecer metas claras que perseguir. A pesar de que en su momento me proporcionaron satisfacción y reconocimiento, poco a poco se volvió una obsesión alcanzar ese 100% o el Trofeo Platino, a pesar de su falta de significado real. Hoy en día, me lamenta el esfuerzo dedicado a ese objetivo —lo cual no se debe solo a que ahora puedo adquirir nuevos títulos con facilidad—, sino porque he empañado los recuerdos de experiencias que preferiría conservar intactas.
Un ejemplo de este diluido disfrute ocurrió en 2024 con Final Fantasy VII Rebirth, un juego por el que tenía grandes expectativas. Aunque la historia principal y la mayoría de las misiones secundarias están bien elaboradas, el juego se ve saturado por tareas secundarias que no aportan realmente a la experiencia global. Actividades como escalar torres o realizar desafíos de combate, aunque no son inherentemente malas, terminaron afectando la percepción de mi aventura, haciéndola más liviana y menos impactante.
No quiero decir que estas misiones secundarias arruinaron por completo mi amor por los videojuegos, pero en su mejor versión, estas tareas simplemente ocupan tiempo y no cumplen la misión por la que juego. A modo de contraste, un título que disfruté enormemente el año anterior fue Astro Bot, que no se sintió cocido a base de contenido repetitivo. Cada desafío adicional era emocionante y aportaba algo genuino a la experiencia principal. En este caso, mi disfrute aumentaba con cada objeto que lograba completar.
Es evidente que no todos los juegos proporcionan la misma experiencia. He llegado a la conclusión de que debo aprender a dejar un juego en cualquier momento, ya sea habiendo explorado todo su contenido o solo una pequeña parte. Incluso puedo permitir que un juego se quede sin terminar. Cada título contribuye a nuestra experiencia de manera diferente y no deberían convertirse en una carga.
Reconozco la fortuna que tengo para poder dejar un juego en cualquier momento y comenzar uno nuevo. Esta libertad me ha brindado la oportunidad de reflexionar y darme cuenta de que valoro más la preservación de mis recuerdos auténticos con un juego que el hecho de simplemente llenar tiempo. Así que, aunque obtenga solo un par de juegos al año, me comprometo a practicar la moderación y permitir que mis experiencias sean más genuinas. Esto puede implicar completar todo en un Astro Bot o dejarlo después de la primera fase. Al final, un Trofeo digital se desvanece tan rápidamente como la notificación aparece en mi pantalla. Por otro lado, siempre lamentaré que mis recuerdos de Rebirth estén ensombrecidos por actividades repetitivas y me hayan distraído de los momentos emocionales y los temas significativos que realmente deseo atesorar. Estos son los momentos que quiero proteger mejor en 2025.