
No era fan de Bob Dylan hasta que vi el documental nominado al Oscar "A Complete Unknown" en un cine en casa McIntosh con 29 canales y 14,500 vatios.
Dylan se pasa a la música eléctrica.
A Complete Unknown es una biografía nominada al Premio de la Academia que narra el ascenso meteórico de Bob Dylan como artista en los años 60. Hasta que asistí a una proyección privada en el impresionante teatro de McIntosh House of Sound, Dylan no era uno de mis músicos favoritos. Sin embargo, al salir de allí, me convertí en un gran admirador de su música.
Antes de la proyección, tuve la oportunidad de entrevistar a Tod Maitland, un experimentado mezclador de sonido de producción, quien se encargó de grabar toda la banda sonora de A Complete Unknown, incluyendo diálogos, cantos, instrumentos y sonidos ambientales. Con más de 100 películas en su haber, incluyendo títulos como I Am Legend, Joker y West Side Story, su experiencia era evidente.
El teatro, de 11,000 pies cuadrados y decorado con lujo, cuenta con un sistema de sonido de alta calidad, incluyendo amplificadores de McIntosh y altavoces de Sonus faber. Con 29 canales y 16 subwoofers, es un verdadero paraíso para los amantes del audio, capaz de alcanzar 14,500 watts de potencia. El proyector 4K de Sony, una pantalla de 204 pulgadas y un reproductor de películas Kaleidescape completan la experiencia audiovisual.
A Complete Unknown, estrenada en diciembre de 2024 y protagonizada por Timothée Chalamet, recibió ocho nominaciones al Oscar, destacando mejor película, mejor actor y mejor dirección. La trama abarca el camino de Dylan hacia la fama, incluyendo su transición de la música folk acústica al rock eléctrico, visto en su momento como algo subversivo. También se abordan sus complicadas relaciones románticas, revelando un personaje audaz.
Durante la entrevista, pregunté a Maitland sobre cómo logró que Chalamet sonara como Dylan y me dijo que fue todo mérito del propio Chalamet, quien no necesitó ensayar. Además, para dar al sonido una sensación auténtica de los años 60, utilizó 42 micrófonos vintage específicos para el tiempo en que se desarrollaba la trama, asegurando que cada micrófono estaba alineado con el período correspondiente.
Uno de los mayores desafíos para Maitland fue que, de las aproximadamente 40 canciones que Chalamet interpretó, en algunas escenas no podía estar frente a un micrófono. Chalamet sostenía su guitarra en alto, por lo que Maitland se vio obligado a colocar un micrófono lavalier en el cabello del actor tras negociar con los técnicos del film.
Después de la entrevista, asistí a una conversación entre Maitland y David Mascioni, director de marketing de McIntosh Group, donde discutieron el complejo proceso de captura de audio en películas musicales. Aspectos como grabar instrumentos primero, la preparación de los actores para cantar y tocar, y los desafíos en la grabación en vivo fueron abordados. Sorprendentemente, Chalamet decidió que, a solo diez minutos de la primera gran escena, harían todo en vivo, lo cual fue posible gracias a su dedicación.
Al ver la película, la calidad del sonido seguía sorprendiendo, incluso tras mi experiencia anterior. La actuación de Chalamet fue cautivadora, y la calidad de sonido hizo que fuera fácil creer que realmente estaba viendo a Bob Dylan. Los sonidos de las motocicletas, que simbolizaban el éxito creciente de Dylan, y los numerosos conciertos recreados en la película estaban diseñados meticulosamente, creando una experiencia inmersiva.
Los detalles sonoros, como conversaciones distantes o el clamor de los fans, eran claros y precisos. A lo largo de las actuaciones, me encontré con ganas de aplaudir, algo que nunca había hecho mientras veía una película. Esta experiencia transformadora me hizo apreciar aún más el talento único de Bob Dylan y la magia que puede ofrecer un sonido excepcional en el cine.