
Las colisiones en el espacio podrían representar un mayor peligro debido a la contaminación por gases de efecto invernadero.
El espacio es un recurso limitado y está en constante transformación.
Investigaciones recientes sugieren que las emisiones de gases de efecto invernadero podrían influir en los lanzamientos de satélites en el futuro. A medida que se acumula la contaminación, se provoca la contracción de la atmósfera superior de la Tierra, lo que eleva el riesgo de colisiones de satélites en órbita. Esta situación representa una nueva forma en que las emisiones de combustibles fósiles están afectando aspectos cotidianos de la vida, en particular a medida que empresas de telecomunicaciones lanzan megaconstelaciones de satélites al espacio. La disponibilidad del espacio, es evidente, es un recurso limitado que requiere una gestión más cuidadosa a medida que el cambio climático lo hace aún más restringido, señalan los autores del estudio.
William Parker, principal autor de la investigación y candidato a doctorado en el Massachusetts Institute of Technology, expresa que hemos alcanzado el final de la creencia de que "el espacio es grande". Asegura que la cuestión de la sostenibilidad espacial impacta directamente a las personas, un aspecto que muchas veces no se entiende.
Las emisiones de gases de efecto invernadero atrapan el calor en la atmósfera inferior, incrementando las temperaturas promedio globales. Sin embargo, en la atmósfera superior, hay una disminución de la temperatura, lo que causa un enfriamiento y contracción. Parker utiliza la metáfora de un globo que se encoge al ser colocado en un congelador para ilustrar el fenómeno. La atmósfera fuerte es crucial para que los satélites inactivos y otros restos en órbita caigan eventualmente, ya que la mayoría se queman al entrar en ella. Con un aire menos denso, se reduce la resistencia al espacio basura, permitiendo que permanezca más tiempo en órbita y aumentando el riesgo de colisiones.
El estudio estima que la capacidad de carga de satélites podría disminuir entre un 50% y un 66% en altitudes de 200 a 1,000 km sobre la Tierra, en el peor de los escenarios con altas emisiones de gases de efecto invernadero. Afortunadamente, aún hay tiempo para mitigar los riesgos. En un escenario intermedio, considerado más probable con emisiones moderadas, la capacidad de carga podría disminuir entre un 24% y un 33%, un cambio significativo que los operadores de satélites deberán tener en cuenta, especialmente dado que la órbita terrestre baja se está volviendo cada vez más congestionada.
Desde 1957, se han lanzado aproximadamente 20,650 satélites, de los cuales alrededor de 11,100 siguen funcionando. En la última década, estos números se han disparado gracias a los servicios de internet satelital. SpaceX, por ejemplo, planea enviar hasta 42,000 satélites a la órbita. Las colisiones son una preocupación creciente a medida que aumenta el desecho espacial, y se informa que los satélites de SpaceX realizaron 50,000 maniobras de evitación de colisiones solo en la primera mitad de 2024.
Aunque ha habido investigaciones previas sobre cómo las emisiones de gases de efecto invernadero afectan la atmósfera superior, este estudio es probablemente el primero en cuantificar cómo la disminución de la densidad atmosférica impacta en la capacidad orbital de la órbita terrestre baja. Parker y sus colaboradores emplearon modelos atmosféricos para estimar cuántos satélites pueden orbitar de forma segura bajo diferentes escenarios de emisiones. Si bien el investigador Petr Šácha señala que otros factores podrían causar anomalías a corto plazo en la densidad, la comprensión actual sobre cómo las ondas gravitacionales responderán a los cambios atmosféricos aún es limitada.
Parker busca evitar un punto de inflexión donde el tráfico en la órbita terrestre baja desencadene colisiones en cascada, lo que podría resultar en la pérdida de acceso a ciertas áreas del espacio, similar a un cierre de carretera tras un accidente en una autopista. Actualmente, la humanidad depende de los satélites para muchos servicios cotidianos, desde la navegación GPS hasta los pronósticos meteorológicos. "Todos queremos asegurarnos de que las futuras generaciones puedan beneficiarse de lo que obtenemos del espacio", concluye Parker. El objetivo de este estudio es aumentar la conciencia pública sobre la sostenibilidad del espacio y subrayar la importancia de gestionar este recurso limitado.