
La inteligencia artificial puede realizar muchas tareas, pero aún no puede crear ni jugar videojuegos.
Recientemente, los modelos de inteligencia artificial generativa han empezado a experimentar con videojuegos, lo que demuestra considerablemente su progreso y también el camino que aún les queda por recorrer.
A medida que mejoran las herramientas de inteligencia artificial, se nos anima cada vez más a delegar tareas complejas a estas tecnologías. Los modelos de lenguaje de gran tamaño (LLMs) pueden redactar correos electrónicos, crear presentaciones, diseñar aplicaciones, generar videos, realizar búsquedas en Internet y resumir resultados, entre otras funciones. Sin embargo, siguen enfrentando dificultades en el ámbito de los videojuegos. Este año, dos grandes empresas en el sector de la IA, Microsoft y Anthropic, han intentado hacer que sus modelos generen o jueguen videojuegos, pero los resultados son mucho más limitados de lo que muchos podrían suponer.
Microsoft ha desarrollado una versión de Quake II generada por IA que cualquiera puede probar. Esta experiencia ofrece situaciones surrealistas, donde los enemigos aparecen de manera extraña y el entorno cambia a medida que el jugador se mueve. En varias ocasiones, al ingresar a una nueva habitación, la entrada desaparece al volver la mirada, y las paredes parecen moverse al mirar hacia adelante nuevamente. Aunque el juego solo dura unos minutos antes de que se corte y se pida iniciar una nueva partida, es un experimento valioso que permite a los usuarios experimentar las capacidades y limitaciones actuales de la IA generativa.
A pesar de la impresionante capacidad de crear experiencias interactivas, es difícil imaginar que la próxima entrega de Assassin’s Creed sea producida por una IA. Sin embargo, existen expectativas elevadas que se generan por el constante bombardeo de información relacionada con la IA, compuesta en gran parte por marketing de las grandes empresas y declaraciones de sus ejecutivos. Esto lleva a las personas a escuchar afirmaciones exageradas sobre la inteligencia artificial, desde su capacidad para resolver problemas globales hasta su potencial para asumir roles complejos en el medio laboral.
Estas afirmaciones extremas fomentan una visión distorsionada de lo que la IA puede lograr en la actualidad, haciendo que la realidad, que se asemeja más a una versión distorsionada de Quake II que a un juego pulido, quede relegada. Los modelos LLM como ChatGPT han mostrado avances significativos, pero aún carecen de la precisión necesaria y de la capacidad para seguir instrucciones efectivamente en muchas aplicaciones.
En cuanto a la posibilidad de que la IA juegue videojuegos, el modelo Claude 3.7 Sonnet de Anthropic ha estado jugando Pokémon Rojo en Twitch, logrando el mejor desempeño jamás visto para un LLM en este tipo de juego, aunque todavía está a la zaga de un niño humano promedio de 10 años. La lentitud en sus acciones y su dificultad para navegar por el entorno son algunos de los mayores desafíos que enfrenta, además de su limitada capacidad de memoria, lo que lo lleva a olvidar sus objetivos y repetir acciones.
A pesar de estos decepcionantes resultados, tanto Microsoft como Anthropic están llevando a cabo experimentos interesantes que empujan los límites de lo que los LLM pueden hacer. Sin embargo, la creciente narrativa que sugiere que estamos a un paso de alcanzar una inteligencia artificial superior a la humana no parece ser sincera, sino más bien un discurso de marketing. La realidad es que estamos solo al principio de este desarrollo.