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Razones por las que abandoné finalmente los portátiles gaming.

Las laptops para juegos tienen su función, pero ya no logro encontrar un lugar para una en mi colección de dispositivos.

A lo largo de los años, he reconsiderado continuamente el uso de laptops para juegos. Estas han evolucionado, volviéndose más rápidas, delgadas y ligeras, características que son cruciales para quienes viajan con frecuencia. Modelos como el Asus ROG Zephyrus G14 y el Lenovo Legion 9i demuestran el potencial de estas máquinas. Sin embargo, algo está cambiando para mí. La escasez de lanzamientos emocionantes este año contribuye a esta sensación, pero hay más factores en juego. Ahora, existen PCs Copilot+ que son altamente eficientes y agradables de transportar. Personalmente, he estado disfrutando del Asus Zenbook S 16, que incorpora un nuevo chip Ryzen AI 300. Aunque estos modelos no son conocidos por su capacidad para jugar, he comenzado a sentirme más impulsado a dejar mi laptop para juegos atrás.

Históricamente, las laptops para juegos eran pesadas y gruesas, y aunque aún existen opciones de tipo "desktop replacement" como el MSI GT77 Titan, ha habido un cambio notable hacia modelos más delgados y ligeros. Hay dispositivos como el Alienware x16 y el Asus ROG Zephyrus G16 que prometen un alto rendimiento en formatos más portátiles. Sin embargo, hay que tener en cuenta ciertos detalles, como los voluminosos cargadores que las acompañan. No obstante, esta situación también está mejorando. Muchas laptops para juegos, como la Razer Blade 14, ofrecen carga mediante USB-C utilizando un cargador GaN de alta potencia, aunque con un sacrificio en rendimiento. Algunas, como la HP Omen Transcend 14, utilizan exclusivamente USB-C para cargar.

No obstante, la verdadera limitación hoy en día no es la portabilidad física, sino la duración de la batería. Aunque ha habido avances significativos hacia la eficiencia en este tipo de dispositivos, un buen modelo de juego podría ofrecer solo unas pocas horas de uso sin estar conectado. Los chips se han vuelto más eficientes y el software se ajusta para aprovechar mejor la batería. Las gráficas híbridas de AMD, Nvidia e Intel permiten desactivar la GPU discreta cuando no se utiliza. Sin embargo, la esencia de una laptop para juegos a menudo choca con el objetivo de mantener una larga duración de batería. A pesar de ciertas optimizaciones, las GPUs discretas siguen consumiendo mucha energía y las pantallas de alta resolución y tasa de refresco agotan la batería rápidamente. Por ejemplo, el Zenbook S 16 puede durar alrededor de 12 horas navegando por internet sin cargador, mientras que una laptop como el Zephyrus G16 podría ofrecer solo cuatro horas de uso, incluso con la GPU discreta desactivada.

Las gráficas integradas han mejorado notablemente, aunque no suelen recibir el reconocimiento que merecen. Hace unos años, cuando apareció Intel Tiger Lake, se discutía sobre la posibilidad de ejecutar títulos menos exigentes como Fortnite (antes de la actualización de Unreal Engine 5) y Civilization VI por debajo de 60 fotogramas por segundo a 1080p con configuraciones medias, algo bastante impresionante en aquel momento. Hoy en día, hay muy pocos juegos que no se pueden jugar adecuadamente en gráficas integradas. Aunque los títulos más recientes como Alan Wake 2 y Star Wars Jedi: Survivor pueden tener dificultades, la mayoría de los juegos se pueden disfrutar en estas configuraciones. Juegos como Cyberpunk 2077 funcionan con algunos ajustes gráficos y títulos más ligeros o de esports ni siquiera requieren consideración.

Por otro lado, las características que mejoran el rendimiento, como la escalabilidad y la generación de fotogramas, también han potenciado las gráficas integradas. Con la inclusión de tecnologías como DLSS de Nvidia y FSR de AMD, además de las funciones a nivel de controladores que mejoran el rendimiento en varios juegos, estas gráficas son capaces de brindar experiencias de juego más sólidas. Herramientas como Lossless Scaling permiten acceder a estas mejoras en cualquier juego. Si bien hay que aceptar ciertos compromisos, las gráficas integradas actuales son suficientes para impulsar una nueva era de dispositivos de juego, como el ROG Ally X y el Steam Deck, siendo las laptops mainstream beneficiadas también.

Recientemente, volví de Siggraph en Denver, donde llevé el ZenBook S 16 conmigo. Aunque no jugué títulos exigentes como Alan Wake 2, pude disfrutar de Halo: The Master Chief Collection y Hollow Knight sin inconvenientes. Ciertamente, dejaré juegos como Ghost of Tsushima para jugar en mi escritorio, pero la experiencia de gaming ligera en el camino, utilizando gráficas integradas, me ha sorprendido gratamente.

Sin embargo, para aquellos que no necesitan movilidad, la utilidad de una laptop para juegos disminuye considerablemente. Aunque ofrecen teclado, panel táctil y pantalla, la mayoría de las veces se opta por periféricos externos. Para configuraciones más estables, podría tener más sentido optar por un mini PC, que puede ser más económico y potente. Hay opciones modernas de pequeñas factorías que incluso soportan tarjetas gráficas como la RTX 4090, así como una variedad de mini-PCs que utilizan componentes de laptop.

No obstante, las laptops para juegos no deben ser completamente despreciadas, ya que cumplen un propósito específico. Son ideales si esa es tu única máquina y si necesitas algo portátil sin tener otra opción. Sin embargo, si ya cuentas con otro dispositivo como el Steam Deck, la necesidad de una laptop para juegos se reduce. En mi caso particular, donde a menudo necesito un PC en movimiento, prefiero dispositivos más específicos como el Steam Deck OLED. Esto no significa que esta sea la única perspectiva, pero si te encuentras debatiendo entre una laptop convencional y una para juegos, quizás valga la pena considerar la primera, ya que he disfrutado de este cambio.

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