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El debate sobre el sexismo en la política a raíz de 'Kamala' frente a 'Harris' se intensifica en internet.

"Momala" no es tan consentida.

La reciente decisión del presidente Biden de dejar la campaña presidencial ha puesto en primer plano a la vicepresidenta Kamala Harris como su sucesora en las elecciones de 2024. Esta noticia provocó una transformación rápida en la estrategia de comunicación de su campaña, que adoptó un nuevo tono y una paleta de colores vibrantes, destacando un enfoque centrado en su figura.

En las primeras 24 horas tras el anuncio, Harris rompió récords de recaudación de fondos, lo que sugiere un fuerte respaldo popular en respuesta al envejecido panorama político ofrecido por el actual ticket encabezado por Biden. En este contexto, surgieron debates sobre cómo referirse a la vicepresidenta. Las redes sociales se inundaron de interrogantes sobre si usar su primer nombre, "Kamala", o su apellido, "Harris", y el impacto que esto tendría en su legitimidad como candidata.

Investigaciones y discusiones en línea señalaron que llamar a Harris por su primer nombre podría socavar su seriedad como política. La denominación informal podría hacerla parecer menos competitiva, un fenómeno que se observa con frecuencia en la política de Estados Unidos. En respuesta, algunos defensores manifestaron que utilizar "Kamala" es un acto de respeto hacia su herencia cultural y personal, resaltando su preferencia por ser llamada así en ocasiones anteriores.

Mientras tanto, se formaron conversaciones en la plataforma TikTok, donde algunos creadores, en su mayoría mujeres de color, defendieron la idea de que referirse a Kamala por su primer nombre representa un lazo más íntimo y directo con su campaña. Muchos argumentaron que esta elección no es solo una cuestión de marketing, sino una estrategia consciente que se remonta a los nombres de otras figuras políticas.

A medida que las discusiones se intensificaron, emergieron preocupaciones sobre el sexismo persistente en la política. Un estudio reciente mostró que las mujeres en puestos electivos enfrentan sesgos e incluso hostigamiento. Aunque la percepción de nombrarla "Kamala" se ha interpretado de diferentes maneras —algunas como un signo de misoginia sistémica y otras como un acto de respeto cultural—, este debate destaca la complejidad del panorama político actual.

La trayectoria de Harris se compara a la de otras mujeres en la política, como Hillary Clinton y Shirley Chisholm, quienes también enfrentaron sus propios desafíos en un entorno dominado por hombres. Sin embargo, las condiciones actuales han cambiado mucho, con nuevos canales de comunicación que pueden influir en la percepción pública.

En última instancia, aunque el uso de "Kamala" o "Harris" puede parecer una simple cuestión de preferencia, revela las luchas más amplias que las mujeres, especialmente las mujeres de color, siguen enfrentando en la política. La discusión sobre sus nombres y su identidad resuena fuertemente en el contexto del racismo, el sexismo y las dinámicas de poder que aún persisten en los altos niveles del gobierno.

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