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La revolución de la carga ultra-rápida de vehículos eléctricos podría tardar más de lo esperado, según las primeras experiencias con megavatios.

China se encuentra inmersa en una carrera armamentista de aceleración, pero ¿es la velocidad la solución?

Recientes avances en la infraestructura de carga de vehículos eléctricos han sido anunciados por importantes fabricantes chinos como BYD, Zeekr y Huawei, quienes han presentado cargadores con capacidades que superan los 1,000 kW, equivalentes a 1 megavatio. Sin embargo, informes preliminares indican que estas tecnologías potentes podrían no representar una solución decisiva para los problemas actuales que enfrentan los usuarios de vehículos eléctricos.

Estos cargadores ultrarrápidos, que superan las ofertas de carga rápida convencional de hasta 350 kW, podrían teóricamente permitir que vehículos eléctricos con arquitectura de 800V carguen del 10 al 80% en aproximadamente 20 minutos. De hecho, la nueva Super e-Platform de BYD ha demostrado que es capaz de añadir hasta 249 millas de autonomía en solo cinco minutos utilizando sus estaciones de carga de 1 MW. Por su parte, Huawei ha presentado un cargador de 1.5 MW, mientras que Zeekr ha introducido un cargador líquido con un conector único que puede entregar 1.2 MW a sus futuros modelos.

No obstante, un número creciente de propietarios de vehículos eléctricos se muestra escéptico sobre la viabilidad de estas estaciones de carga de alta potencia. Reportes indican que, a pesar de que algunos vehículos están anunciados para cargar hasta el 80% en solo 15 minutos, en situaciones reales esto podría prolongarse a 30 minutos o más. Los desafíos operativos de estos cargadores incluyen la necesidad de una entrega constante de 1000V y 1000A, lo que es difícil de lograr debido a las variaciones en la demanda eléctrica, la eficiencia del sistema de refrigeración de los cargadores y condiciones climáticas cambiantes.

Además, estos equipos de carga requieren sistemas de refrigeración complicados para evitar sobrecalentamientos, lo que incrementa no solo su costo inicial —hasta cinco veces más caro que un cargador convencional— sino también los gastos de mantenimiento. A esto se añade la preocupación por la presión que tales demandas de energía pueden ejercer sobre las redes eléctricas locales, lo que podría afectar el suministro a hogares y pequeños negocios. Para mitigar esto, los fabricantes han comenzado a instalar grandes sistemas de almacenamiento energético, como el que propone BYD, que puede cargarse desde fuentes solares o del mismo suministro de la red.

Sin embargo, la dependencia de sistemas de almacenamiento trae consigo otra limitación: una vez que se agota la energía almacenada, los vehículos subsiguientes podrían no disfrutar de la misma velocidad de carga ultrarrápida. A pesar de los esfuerzos en tecnología de carga, expertos sugieren que simplemente aumentar la potencia de carga no abordará las preocupaciones de los compradores de vehículos eléctricos.

A medida que la tecnología de baterías de vehículos eléctricos avanza, se prevé que los propietarios puedan recorrer mayores distancias con una sola carga. La efectividad de una red de carga, similar a la de Tesla con sus Superchargers, proporciona la tranquilidad que los usuarios necesitan al momento de cargar sus vehículos. Para el conductor habitual, un alto rendimiento en carga debe alinearse con descansos naturales durante viajes largos; de hecho, la carga rápida puede sincronizarse con necesidades típicas de descanso.

Por ahora, el prometido cargador de cinco minutos de BYD puede ser atractivo para aquellos vehículos eléctricos con menor autonomía, pero es probable que esta tecnología quede reservada para modelos más grandes y costosos, así como para vehículos de carga y comerciales. En este sentido, la complejidad, el alto costo y el impacto en las infraestructuras eléctricas no parecen ser habilitantes para una amplia adopción entre los vehículos de pasajeros.