
El telescopio Hubble capta una impresionante cuna de estrellas en una galaxia cercana.
Es una mirada hacia los primeros momentos del universo.
Una imagen reciente capturada por el Telescopio Espacial Hubble ofrece la vista más detallada de NGC 346, un famoso paisaje estelar ubicado en la Nube de Magallanes menor. Este diminuto universo, situado a unos 210,000 años luz en la constelación de Tucana, es considerado una residencia de estrellas en formación. Aunque el cúmulo ha sido estudiado en ocasiones anteriores, esta es la primera vez que se han combinado datos de tres longitudes de onda de luz —infrarrojo, visible y ultravioleta— en una sola imagen, resultando en una espléndida representación de la influencia del nacimiento estelar en su entorno.
La Nube de Magallanes menor, menos rica en elementos pesados que el helio, presenta condiciones que reflejan lo que se podría haber observado en el universo joven. Según la Agencia Espacial Europea, este aspecto lo convierte en un laboratorio natural para estudiar cómo las estrellas se formaron hace miles de millones de años, cuando el cosmos aún estaba en sus primeras fases. El Hubble y la NASA, en cooperación, han permitido a los científicos captar esta vista única desde su órbita baja en la Tierra.
Con más de 2,500 estrellas jóvenes brillando en azul en la imagen del Hubble, este cúmulo se caracteriza por su composición principalmente de hidrógeno y helio. Se considera que los núcleos estelares son fábricas de elementos; por ejemplo, los núcleos producen carbono, el cual es esencial para la vida en la Tierra. Después de explotar en supernovas, estas estrellas dispersan elementos más pesados en el espacio interstelar, sembrando los ingredientes para nuevas estrellas y planetas.
Dado que se estima que la mayoría de los elementos químicos del universo se generaron en explosiones estelares, los científicos creen que las primeras estrellas estaban compuestas casi en su totalidad por hidrógeno y helio, los materiales primitivos del Big Bang. Con el paso del tiempo, a medida que las estrellas morían y liberaban elementos más pesados, se formaron generaciones posteriores de estrellas con composiciones más diversas y complejas.
Rodeando el cúmulo en la imagen del Hubble se encuentra una nebulosa brillante de color rosado, donde las estrellas jóvenes y calientes emiten luz ultravioleta, iluminando el gas de hidrógeno circundante. Estas áreas luminosas son efímeras y sólo brillan mientras existan las estrellas de gran tamaño que las alimentan, las cuales tienen una vida útil de unos pocos millones de años en comparación con los 13.8 mil millones de años del universo. Las nubes de polvo oscuro que se retuercen a su alrededor representan los restos del material original que aún no ha sido desplazado por las estrellas en crecimiento, las cuales limpian el espacio circundante mediante intensas radiaciones y vientos estelares.
Investigaciones recientes realizadas con el Telescopio Webb, el potente compañero infrarrojo del Hubble, han examinado diez estrellas dentro del mismo cúmulo, revelando que, a pesar de sus edades relativamente avanzadas, aún conservan discos significativos de gas y polvo, que pueden formar eventualmente nuevos planetas. Esto contradice la creencia anterior de que estas estrellas primitivas habrían perdido sus discos ligeros rápidamente, en un periodo de dos o tres millones de años, sugiriendo que existe un mayor tiempo para la formación planetaria.