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El final de la ISS marcará el inicio de un futuro más comercial en el espacio.

¿Qué ocurre cuando los intereses privados asumen el control?

En el año 2030, los astronautas se prepararán para abandonar la Estación Espacial Internacional (EEI) por última vez. La trayectoria de esta emblemática estructura será modificada, dirigiéndola hacia la atmósfera terrestre durante el año siguiente. Un vehículo de deorbitación, diseñado específicamente para este propósito, realizará una quema de reentrada que impulsará la estación hacia la atmósfera. A medida que la EEI entre en la atmósfera a miles de millas por hora, sus grandes paneles solares y radiadores serán desprendidos, luego los módulos se separarán y, finalmente, la estructura de soporte se desintegrará. A medida que cada pieza se calienta a temperaturas extremas, sus superficies se destruirán, dejando estructuras internas que arderán, fundiéndose y evaporándose, con los restos finales cayendo al océano, lejos de la costa.

Este proceso marcará el fin de la EEI, un símbolo de la era espacial que ha prestado sus servicios a la humanidad durante más de tres décadas. En su lugar, la NASA tiene planes para uno o más estaciones espaciales comerciales, administradas por empresas privadas en un modelo económico sostenible, que ofrecerán plataformas modernas y eficientes para que los astronautas, incluidos los de la NASA, habiten en la órbita terrestre baja.

Sin embargo, el tiempo es limitado. Las empresas están compitiendo para tener listos sus conceptos de estaciones espaciales. Para mantener una presencia humana continua en el espacio, que se ha sostenido durante más de 20 años, el sector privado tiene solo unos pocos años para construir, probar, lanzar y habitar estos diseños. Hasta ahora, no hemos tenido estaciones espaciales comerciales, lo que deja un panorama incierto desde el punto de vista económico.

Una de las razones para deorbitar la EEI es su antigüedad. La reparación o reemplazo de su hardware sería costosa, y continuar operándola cada año también genera gastos. Pasar a un modelo comercial podría ser una alternativa viable, siempre que se implemente a tiempo. La NASA ha manifestado su intención de convertirse en un cliente de empresas espaciales, colaborando con diferentes actores para reducir costos y construir infraestructura.

Dos compañías están desarrollando diseños de estaciones espaciales independientes: Blue Origin y Starlab Space. A su vez, Axiom Space trabaja en su propia infraestructura modular que comenzará acoplada a la EEI. Todas estas empresas cuentan con financiación de la NASA para sus proyectos y muchas otras también han mostrado interés en participar. No obstante, existe preocupación por posibles retrasos en el desarrollo, considerando el historial de incumplimientos de plazos en proyectos de empresas privadas, como lo han demostrado SpaceX y Boeing.

La posibilidad de que las estaciones estén listas a tiempo es un tema de preocupación. La NASA está consciente de que uno de sus principales riesgos es el cronograma, y aunque han estado negociando con estas empresas desde 2018, existe la posibilidad de que no logren lanzarse antes de que la EEI esté programada para su deorbitación. Esto podría requerir la extensión de la vida útil de la EEI o la apertura de una estación comercial con capacidades limitadas.

Con el cambio de administración, surgieron inquietudes sobre cómo la nueva administración podría afectar las prioridades de la NASA. Aunque se anticipa un enfoque en la exploración de Marte y la Luna, muchos coinciden en que las operaciones en la órbita terrestre baja seguirán siendo relevantes. A pesar de una posible disminución del interés gubernamental en la EEI, las necesidades de investigación y experimentación en esta esfera continúan siendo importantes.

El desarrollo de una economía sostenible en la órbita baja presenta desafíos, especialmente en términos de financiación para investigaciones fundamentales que no siempre tienen aplicaciones inmediatas. Si los recursos se destinan a favorecer el desarrollo comercial, podría afectar a la investigación científica, que tradicionalmente ha sido financiada por agencias gubernamentales.

A medida que el enfoque de la NASA se incline hacia el apoyo a estaciones espaciales comerciales, deberá ceder parte del control sobre las misiones. Es vital que la ciencia y la exploración espacial no se desatendan en esta transición hacia un modelo más comercial, dado que estas actividades han contribuido significativamente a la comprensión del universo.