La transformación bancaria ha concluido, dando paso a una modernización progresiva.
La modernización progresiva es crucial para que los bancos logren un equilibrio entre sus sistemas heredados y la agilidad operacional.
La industria bancaria y de servicios financieros ha iniciado una nueva fase marcada por una transformación hacia una era de agilidad y flexibilidad. Esta transformación ha sido impulsada por avances tecnológicos constantes, una competencia feroz y las exigencias de un cliente cada vez más digital. Las entidades bancarias tradicionales enfrentan un dilema: equilibrar la confiabilidad de sus sistemas heredados con la necesidad de mayor agilidad. La aparición de fintechs, el ingreso de grandes tecnológicas en el sector financiero y la creciente demanda de soluciones financieras integradas han revolucionado este ámbito, lo que exige una rápida adaptación.
Las tecnologías heredadas, que han sido la columna vertebral de las operaciones bancarias, se están volviendo una carga en lugar de una ventaja. Estas viejas infraestructuras son insuficientes para satisfacer las demandas actuales, que requieren transacciones en tiempo real, análisis de datos y una integración fluida con soluciones modernas de SaaS. Además, el costo operativo de mantener estos sistemas obsoletos puede ser entre un 20% y un 30% más elevado en comparación con las entidades que han modernizado su infraestructura, lo que también resulta en tiempos de lanzamiento de nuevos productos un 50% más lentos y un mayor riesgo de vulnerabilidades de seguridad.
Encontrar personal especializado para mantener estos antiguos sistemas se ha vuelto cada vez más complicado, dado que la cantidad de expertos en tecnologías legadas, como los programadores de COBOL, decrece rápidamente. A medida que estos profesionales se jubilan, la falta de conocimiento para operar y reparar sistemas arcaicos se convierte en un problema costoso.
Ante estos desafíos, muchos bancos están adoptando una estrategia de modernización progresiva, que implica actualizar su infraestructura de TI de manera gradual. Esta táctica permite a las instituciones beneficiarse de sus sistemas principales existentes mientras integran flexibilidad a través de plataformas modernas que colaboren de manera efectiva con su infraestructura actual.
Esto conlleva beneficios significativos, tales como:
- Tiempo de lanzamiento acelerado: Separar el desarrollo de productos de los sistemas heredados permite a las entidades financieras lanzar nuevas ofertas de forma más rápida.
- Mejor experiencia del cliente: Es posible proporcionar experiencias personalizadas y fluidas, lo que contribuye a la satisfacción del cliente y fomenta la lealtad.
- Eficiencia en costos: La modernización progresiva resulta más económica y adecuada para las necesidades y escala de cada institución, al tiempo que libera recursos presupuestarios para la innovación.
- Nuevas fuentes de ingresos: La capacidad de lanzar productos rápidamente abre nuevas oportunidades en el mercado.
- Seguridad mejorada: Las plataformas modernas incluyen características robustas que protegen la información sensible, permitiendo a las empresas gestionar riesgos de manera más eficiente.
La modernización progresiva permite a los bancos innovar y adaptarse sin las limitaciones de la tecnología heredada. Esto les permite centrarse en la innovación y la mejora continua, acelerando su tiempo de respuesta al mercado.
Otro aspecto importante es la creciente tendencia del "financiamiento integrado", donde empresas no financieras amalgaman servicios financieros en sus ofertas. Se estima que para 2030, hasta un 15% de los ingresos bancarios y un 25% de los créditos a minoristas y pequeñas y medianas empresas podrían provenir de este enfoque.
En este entorno altamente competitivo, la experiencia del usuario (UX) se ha convertido en un diferenciador crítico, esencial para atraer y retener clientes. Las plataformas modernas de procesamiento de tarjetas han evolucionado para ofrecer una experiencia de usuario excepcional, incluyendo el procesamiento de transacciones en tiempo real y recompensas personalizadas.
El futuro de la banca será dibujado por aquellos que se atrevan a desafiar lo establecido y adopten tecnologías avanzadas, dirigiéndose hacia un modelo más ágil, flexible y centrado en el cliente. Aquellos que se queden anclados en sistemas obsoletos no podrán mantener su competitividad.