Científicos recomiendan a la UE frenar la geoingeniería solar.
Aumentan las solicitudes para establecer una moratoria sobre los intentos de enfriar artificialmente la Tierra.
Asesores científicos de la Comisión Europea han solicitado la implementación de una moratoria en toda la UE sobre los esfuerzos para enfriar artificialmente la Tierra mediante geoingeniería solar. Esta moratoria incluye tecnologías controvertidas que buscan reflejar la luz solar de vuelta al espacio, principalmente a través de la inyección de partículas reflectantes en la atmósfera o mediante el blanqueo de nubes.
Los defensores de estas tecnologías argumentan que podrían ayudar en la lucha contra el cambio climático, especialmente ante el aumento continuo de las emisiones de gases de efecto invernadero. Sin embargo, algunos experimentos a pequeña escala han suscitado preocupaciones, ya que se teme que estas prácticas puedan provocar más daños que beneficios. La Comisión Europea solicitó a su Grupo de Asesores Científicos y al Grupo Europeo sobre Ética en Ciencia y Nuevas Tecnologías que elaboraran sus opiniones sobre la geoingeniería solar, las cuales fueron publicadas junto con un informe que sintetiza el escaso conocimiento actual sobre cómo pueden funcionar estas tecnologías.
Según el GCSA, no existe "suficiente evidencia científica" que demuestre que la geoingeniería solar pueda realmente prevenir el cambio climático. En su opinión, el EGE sostiene que, dada la alta incertidumbre científica y técnica, así como los posibles usos perjudiciales, es necesario establecer una moratoria sobre toda experimentación y despliegue a gran escala de geoingeniería solar. El GCSA subraya que esta técnica solo intenta abordar "los síntomas en lugar de las causas raíces del cambio climático". Las emisiones de gases de efecto invernadero, como el dióxido de carbono proveniente de combustibles fósiles, están calentando el planeta, y los esfuerzos por enfriar la Tierra no mitigan la acumulación de contaminación ni los graves problemas que surgen, como la acidificación de los océanos.
Existen preocupaciones sobre los problemas no intencionados que podría causar la geoingeniería solar, tales como cambios en los patrones de lluvia o en la producción alimentaria y generación de energía solar. La táctica que ha acaparado más atención hasta ahora consiste en imitar la forma en que las erupciones volcánicas enfrían temporalmente el planeta al liberar dióxido de azufre en la estratósfera, creando una bruma reflectante. Sin embargo, el uso de dióxido de azufre es considerado un contaminante que podría irritar los pulmones de las personas, provocar lluvia ácida y potencialmente agrandar el agujero de ozono en la Antártida.
Un incidente notable ocurrió el año pasado cuando una startup de geoingeniería solar, que inyectó dióxido de azufre en globos meteorológicos en México, pronto llevó a este país a ser el primero en anunciar una prohibición sobre tales experimentos. A pesar de esto, la compañía continuó sus experimentos desde California. Aunque estas actividades fueron demasiado pequeñas para tener un impacto significativo en el clima, la empresa intentó vender "créditos de enfriamiento" a un precio de 10 dólares por gramo de dióxido de azufre para aquellos interesados en compensar sus emisiones de carbono.
El GCSA sugiere que la Comisión Europea debería "oponerse" al uso de créditos de enfriamiento derivados de la geoingeniería solar. Ante la posibilidad de que surjan más experimentos no regulados, los legisladores se ven presionados a crear normas internacionales más estrictas. La Convención de las Naciones Unidas sobre Diversidad Biológica adoptó en 2010 restricciones sobre la geoingeniería a gran escala, pero exime los experimentos a pequeña escala. Ahora, los asesores científicos de la Comisión Europea proponen una moratoria a nivel de la UE y sugieren establecer un nuevo tratado internacional respecto a la geoingeniería solar. También afirman que la UE debe abogar en contra de la implementación de estas tecnologías a nivel global en un futuro previsible.
Aunque ha habido algunos esfuerzos cautelosos para financiar investigaciones legítimas sobre la geoingeniería solar, estas actividades parecen estar limitadas a laboratorios y modelos computacionales por el momento. Recientemente, Harvard canceló sus planes para realizar una prueba al aire libre en Suecia tras recibir oposición de líderes indígenas saami, quienes argumentaron que no fueron consultados sobre el experimento. Los asesores científicos de la Comisión Europea indican que la Comisión debería evaluar la nueva investigación sobre geoingeniería solar cada cinco a diez años. Ekaterina Zaharieva, comisionada para startups, investigación e innovación, comentó que, aunque estas tecnologías muestran cierto potencial, están lejos de ser maduras, por lo que la investigación debe continuar de manera rigurosa y ética, teniendo en cuenta el rango completo de efectos directos e indirectos.