Un brazo robótico de $105,000 que nadie requiere me preparó un delicioso almuerzo.
Moley Robotics tiene la intención de introducir sus robots de cocina de $105,000 en los hogares. A continuación, se describe la experiencia de cenar con uno de estos dispositivos.
En el corazón de Londres, W1 se ha convertido en un destino para aquellos con un alto poder adquisitivo. En esta área, es posible encontrar desde el médico privado más caro de la ciudad hasta tiendas de lujo que ofrecen productos como pianos Steinway o gafas de diseño que superan el costo de una hipoteca. Wigmore Street también se ha convertido en el nuevo hogar de Moley Robotics, una empresa que se especializa en cocinas de lujo y un brazo robótico que promete facilitar la preparación de alimentos.
Moley, concebido por el Dr. Mark Oleynik, combina un showroom de cocina con un laboratorio de robótica. El espacio es minimalista, cuenta con tres cocinas de demostración, una gran mesa de comedor y unidades de exhibición que muestran opciones de mármoles artesanales para encimeras. El atractivo principal es el robot X-AiR, que se exhibe junto a la ventana del local y que está diseñado para atraer a los consumidores. Este robot tiene su propia placa de cocción, estantes, aceites y utensilios, y puede preparar una comida con la ayuda adecuada.
Oleynik expresó su deseo de crear una solución que permitiera a las personas disfrutar de una alimentación más saludable, reduciendo la dependencia de alimentos procesados y conservantes. La idea surgió de su aversión por los alimentos recalentados, lo que lo llevó a buscar alternativas que automatizaran la cocina de alimentos frescos. La idea es que, al regresar del trabajo, los usuarios puedan evitar la tentación de recurrir a comidas de microondas o a pedir a domicilio. En vez de ello, podrían optar por recetas saludables donde solo se preparen los ingredientes y el robot se encargue del resto. Este enfoque se apoya en una base de datos de recetas, muchas de las cuales han sido desarrolladas en colaboración con la Clínica SHA de Bienestar.
La cocina cuenta con un chef interno, James Taylor, quien adapta cada receta para que sea realizable por el robot de un solo brazo. Moley se propone añadir entre dos y tres nuevas recetas cada mes, ofreciendo la posibilidad a los clientes de enviar sus propias recetas familiares para ser automatizadas. Oleynik aseguró que los movimientos del robot se programan observando a un chef humano preparar la misma comida, y una vez que el robot aprende la tarea, debería ser menos propenso a errores que su contraparte humana.
La visión inicial de Moley incluía un robot de dos brazos que funcionaba sobre rieles superiores, pero el coste elevado de más de £250,000 hizo que la empresa optara por un diseño más sencillo. El modelo actual a la venta es un brazo robótico que se adquiere a través de Universal Robots, una firma de robótica industrial.
El X-AiR, que está disponible para pre-pedido, requiere la compra de una nueva encimera, dos unidades de estantería personalizadas, una placa de cocción, una tablet de control y el brazo robótico, con un precio aproximado de entrada de £80,000. Aunque no han instalado ninguna unidad hasta ahora, esperan iniciar el proceso en los próximos tres a seis meses. Sin embargo, ya hay clientes que han realizado pagos anticipados para tener uno en sus domicilios.
El robot carece de tecnología de visión o sensores para interactuar con su entorno y se guía por memoria al moverse dentro de su espacio, con el objetivo de mantener el entorno controlado. Durante una demostración, se usó una receta de la Clínica SHA para preparar Tofu Salteado. Los ingredientes fueron preparados previamente por el personal y organizados en los recipientes adecuados para que el robot pudiera acceder a ellos. El usuario debe indicar qué ingredientes están en cada sección para que el robot comience la cocción, mientras que el sistema proporciona instrucciones verbales para facilitar el seguimiento del proceso.
El robot incluye detalles operativos como tocar ligeramente las ollas al agregar ingredientes, aunque noté que algunas pequeñas cantidades se quedaban pegadas al utensilio o dentro de las ollas al ser devolvidas, un problema palpable por la falta de visión del robot.
Aunque el proceso de cocinar en sí puede ser disfrutable, Oleynik aclara que automatizar tareas como pelar zanahorias presenta desafíos debido a la diversidad de variables y riesgos asociados. Los robots de Moley también están limitados en términos de cantidad, ya que pueden preparar entre ocho y diez porciones por sesión, por lo que son aptos para cenas pero no para grandes banquetes.
Oleynik imagina que sus robots encontrarán un nicho en el mercado, especialmente dirigido a personas con dinero y poco tiempo, donde se calcula que los costes de contratar un chef privado podrían superar la inversión inicial en el robot. Además, visualiza su uso en aviones de primera clase y restaurantes donde la economía permita la preparación de alimentos frescos sin necesidad de un chef dedicado.
En cuanto a la evolución de la tecnología y su asequibilidad, Oleynik confía en que con el tiempo los costos disminuirán, aspirando a que un robot de cocina pueda llegar a venderse por aproximadamente £10,000, alineándose con los precios de otros electrodomésticos de lujo en Wigmore Street.